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Benigno: El agudo en cuanto avisa de la enfermedad.

Crónico: Provocado por una enfermedad de larga duración.

El dolor benigno lleva al diagnóstico, por lo tanto se considera de utilidad. Una vez realizado el diagnóstico, aplicado el tratamiento correcto y si no desaparece el dolor, sino, que se va convirtiendo en crónico, ya carece de la utilidad fundamental como dolor, y su permanencia no otorga ventaja alguna dentro del cuadro del enfermo. Está justificado luchar contra este dolor, evitar su prolongación utilizando cuantos métodos existan para combatirlo, ya sea este, químico, físico o energético.

Con el dolor crónico aparecen gradualmente signos vegetativos, por ejemplo: laxitud, alteraciones del sueño, disminución del apetito, pérdida de peso, de la libido, estreñimiento y otros. A nivel afectivo predomina la depresión. En muchos pacientes la enfermedad orgánica puede ser insuficiente para explicar el grado de dolor o estar ausente.

En estos casos, al igual que en muchos pacientes con enfermedades orgánicas, los factores psicológicos pasan a tener una importancia fundamental. El tratamiento es a menudo difícil y el pronóstico es reservado.

Los estados dolorosos crónicos pueden clasificarse de varias maneras. Una clasificación general distingue los dolores somato génicos, que pueden explicarse en términos de mecanismos fisiológicos; de los dolores psicogénicos, que se comprenden mejor en términos psicológicos.

El Dolor nociceptivo se debe a la activación de fibras nerviosas sensibles al dolor, ya sea somático o visceral.

El Dolor  de desaferentización se debe a una lesión de tejidos nerviosos que determina una interrupción de las vías aferentes y puede diferenciarse en base a la respuesta al bloqueo nervioso simpático.

El Dolor psicógeno son los que se producen en ausencia de una lesión orgánica suficiente como para explicar el grado de dolor e incapacidad.

El dolor puede clasificarse también en síndromes dolorosos específicos, cuya etiología puede ser multifactorial. Así, por ejemplo, un paciente según que patología, puede reunir varios de estos dolores, el nociceptivo, el de desaferentización y el psicógeno.

El dolor nociceptivo se produce de manera característica en los pacientes con artritis y similares. Algunos síndromes dolorosos específicos son difíciles de clasificar. El síndrome del dolor miofacial (denominado también Fibromialgia o Fibromiositis), por ejemplo, es una entidad polémica que se debe probablemente a una lesión crónica del músculo y del tejido conectivo circundante.

Hasta aquí, lo que viene siendo estudios científicos-médicos.

Pienso en voz alta y dado que todo esto ocurre ¿no sería prudente probar otros métodos?

Aquí es donde cabría probar la “LOQIPUNTURA”, técnica físico-energética con la que aplicando el “ACUPRESOR”(siendo este un instrumental físico-desbloqueador energético) obtenemos la pronta desaparición del dolor en un porcentaje muy alto de casos.

Aparte de lo expuesto; desde mi punto de vista y  el de la Bioenergía, la presencia dolorosa es posible por otros dos motivos más:

A.- Exceso de YANG o carencia de YIN.

B.- Exceso de YIN o carencia de YANG.

Con el proceso A se produce un tipo de dolor por causa del frío y/o isquemia que padece el paciente.

Con el proceso B se produce un tipo de dolor por causa del calor o hiperemia que padece el paciente.

Ambos casos requieren un tratamiento diferente.

Al sistema  A  hay que aportarle  YIN  o quitarle YANG, en una palabra hay que llevar el organismo a recuperar su EQUILIBRIO.

Al sistema  B  hay  que  aportarle  YANG  o quitarle YIN, hay que llevarlo a recuperar su EQUILIBRIO.

Quiero aportar mi descubrimiento para paliar algo del sufrimiento humano. No hay que olvidar que el dolor es vehículo de Conciencia y que cuando esta se despierta, o es despertada, el dolor ya no es necesario.

 Mario Gil

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