Sobre el dolor y dolor crónico
El dolor inicial es defensivo y benéfico, pues evita daños mayores a la integridad del organismo. El dolor que se transforma en crónico y por lo tanto en sufrimiento, afecta psicológicamente al paciente y retarda su rehabilitación.Cuando aparece el dolor, este es en su forma primaria, un mecanismo defensivo benéfico, el cual nos informa de la presencia de algo que amenaza una parte de nuestro cuerpo. Es, por lo tanto, en forma inicial, nuestro aliado y defensor. Mas tarde, cuando se ha identificado el problema y el dolor ha cumplido con su función de alarma, si no se elimina, se convierte en dolor crónico insoportable que deteriora en forma total la calidad de vida de la persona y retrasa el proceso de recuperación. Es en este momento cuando se hace necesario eliminarlo o, por lo menos, aliviar ese dolor crónico.
Cuando no conseguimos control sobre el dolor crónico, o no hay una respuesta positiva con el tratamiento que se utilizó, éste se convierte en un fenómeno incapacitante, que causa temor y depresión. En ese momento la sensación se transforma en lo que conocemos como sufrimiento. No hay que olvidar que el dolor crónico predispone al que el cuerpo trabaje en exceso con el metabolismo Catabólico. Metabolismo destructor del propio organismo. Un caso real recibido por Whats App https://www.youtube.com/watch?time_continue=3&v=YbbKN0ieS6c&feature=emb_logo
Nuestro sistema nervioso, junto con el endocrino permite detectar e identificar los cambios que ocurren en nuestro organismo y alrededor de él, tomar las medidas para la regulación de estas situaciones cambiantes. Sin estos dos sistemas, el ser humano no podría sobrevivir a los cambios permanentes que le rodea.
El sistema endocrino proporciona un control lento, a través de las hormonas que son consideradas como mensajeros químicos de larga distancia y efecto prolongado. El sistema nervioso efectúa un control rápido, por medios electroquímicos, con participación de neurotransmisores (emisarios químicos de corta permanencia y alcance).
Los principales centros nerviosos en el organismo son el Encéfalo y la Médula Espinal. El encéfalo comprende el Cerebro, el Tallo Cerebral y el Cerebelo. Estas estructuras se conocen como Sistema Nervioso Central que es el gran centro de procesamiento de la información sensorial del cuerpo humano.
Las funciones del sistema nervioso se dividen en:
- Sistema Nervioso Somático: logra que el organismo se relacione eficientemente con el mundo exterior por medio del aparato locomotor.
- Sistema Nervioso Autónomo o vegetativo: coordina la maquinaria biológica que mantiene la vida, o sea las funciones vegetativas (sistema respiratorio, digestión, circulación sanguínea, etc…).Para efectuar esta función cuenta con dos subsistemas:
- El sistema nervioso simpático prepara al cuerpo para la lucha o la huida, es decir para enfrentar el estrés (por ej. Dilata la pupila, acelera la respiración, aumenta el gasto cardíaco, inhibe la micción, frena la digestión, etc.) Su neurotransmisor es la noradrenalina.
- El sistema nervioso parasimpático prepara el cuerpo para reponer sus energías y para el descanso (por ej: contrae la pupila, disminuye la respiración y el gasto cardíaco, mejora la digestión, permite la micción, etc). Su neurotransmisor es la acetilcolina. Otro caso recibido por Whats App
Cuando el dolor ya ha cumplido su función, que es la de avisar para evitar un daño mayor y se han realizado las medidas terapéuticas oportunas para corregir la lesión sin haberlo conseguido; el dolor se convierte en crónico e intolerable que de no ser aliviado o eliminado, lleva a la persona a experimentar sufrimiento, este dolor crónico no contribuye a la recuperación del paciente pues se dispara el metabolismo catabólico. Si desde el principio se controla el dolor y no dejamos que se cronifique, empezamos a proteger psicológicamente al paciente, y esto le puede llevar a una pronta rehabilitación y su incorporación a la vida normal.
El dolor inicial es defensivo y benéfico, pues evita daños mayores a la integridad del organismo. El dolor crónico que se transforma en sufrimiento, afecta psicológicamente al paciente y retarda su rehabilitación.
Los órganos sensitivos (receptores) del dolor son terminaciones nerviosas libres de las fibras nerviosas aferentes, que se encuentran distribuidas por todo el cuerpo.
Los impulsos de dolor se transmiten hacia el sistema nervioso central por medio de dos tipos de fibras, las rápidas y las lentas. El rápido está formado por las llamadas fibras A, que son estructuras mielinizadas que llevan el estimulo a velocidades de 12 a 30 metros por segundo. El lento lo constituyen las fibras de tipo C, las cuales no tienen mielina y llevan el impulso a velocidades entre 0.5 y 2 metros por segundo. La existencia de estas dos vías diferentes, explica las observaciones fisiológicas de que percibimos dos tipos de dolor en forma simultánea: uno muy claro, agudo, inmediato y bien localizado, seguido por otro sordo, quemante y desagradable. ¿Quemante? ¿Qué es lo que quema?
Es interesante resaltar que la percepción en sí del dolor requiere la participación del sistema nervioso central; las zonas corticales y subcorticales (a nivel del cerebro) que intervienen en el proceso, tienen relación con la interpretación que se le da al dolor, recuerdos de experiencias dolorosas anteriores, miedo a morir o sufrir una lesión irreparable, entre otras. Esta interpretación lleva consigo un fuerte contenido emocional, que varía de paciente a paciente y modifica la forma como sentimos individualmente el dolor.
El centro nervioso que controla la integración de la sensación dolorosa y la transforma en una respuesta defensiva es el tálamo. Al tálamo llegan todos los impulsos sensitivos y los distribuye a diferentes zonas de la corteza (sensibilidad y memoria) y, por su intermedio, con la colaboración directa de la zona motora cortical, se produce una respuesta adecuada (defensiva) hacia el estímulo nocivo.
En el momento en que se produce una agresión a nivel de los receptores y sinapsis de la vía aferente se liberan sustancias que se cree son las responsables directas del nivel en que se siente dolor. La “sustancia P” y otros compuestos como las prostaglandinas, que se liberan ante la presencia de múltiples estímulos externos (pueden ser biológicos, físicos y sobre todo químicos), son los que van a mediar y amplificar la percepción del dolor. Así, un estimulo doloroso se ve amplificado en forma importante por la presencia de sustancias que se liberan o sintetizan en forma inmediata ante la aparición de un trauma o agresión, un ejemplo de estas sustancias son las prostaglandinas.
Se puede decir que existen dos tipos de dolor: superficial y profundo. El superficial se origina en los receptores que existen sobre la piel y el profundo en ligamentos, músculos y periostio (membrana que recubre los huesos y es extremadamente sensible a los estímulos nociceptivos).
El dolor profundo no se puede localizar fácilmente y por lo general produce una contracción muscular refleja protectora, que a su vez incrementa la sensación dolorosa por isquemia (isquemia = disminución del aporte sanguíneo de oxígeno a un tejido).
Esta aumenta el dolor por espasmo muscular y su vez libera una mayor cantidad de mediadores del dolor. Así se forma un círculo vicioso que se perpetúa magnificando la percepción del dolor y transformándola en lo que hemos llamado sufrimiento.
En la evolución de la enfermedad, la desaparición del dolor toma una importancia decisiva para el enfermo. Si no tiene dolor o éste baja de intensidad, el enfermo entiende que mejorará. Si el dolor crónico se mantiene, el enfermo se viene abajo. Entiendo según esto, que se pueda entrar en un cuadro psicológico negativo y destructor del enfermo.
El dolor crónico se convierte en desagradable, aporta emocionalmente: sufrimiento, ansiedad, depresión y desesperación que puede llevar al enfermo al suicidio.
Mis experiencias: Las definiciones del dolor y las causas por las que aparece pueden ser diversas, pero todas ellas producen lo mismo, dolor y ¿Por qué? Porque con cualquiera de ellas se produce un bloqueo de la bioenergía y evita su circulación. Eliminando ese bloqueo, va desapareciendo el dolor, ya sea agudo, crónico, neuropático, etc. Con la rapidez con que se vaya reduciendo ese bloqueo, es proporcional la desaparición del dolor.