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Informes desde París(1).

Las cualidades vibratorias de las enfermedades y su posible corrección a través de la energía generada por la Acupirámide Bioenergética de los Hnos. Gil Sánchez.

Hasta antes de los estudios de André SIMONETON (Radiations des Aliments, Ondes Humaines et Santé, Paris 1949) poco o nada se sabía en el medio académico sobre las cualidades vibratorias de las personas, las enfermedades y los alimentos. Fue este discípulo del muy poco conocido científico Antoine BOVIS –creador de la muy conocida regla radiestésica que lleva su nombre: el célebre Biómetro de Bovis- quien se atrevió a afirmar, en contra del sentido generalizado de la ciencia oficial, que los alimentos debían ser considerados no sólo por su contenido químico sino, más aun y sobre todo, por su cualidad energética y vibratoria. Bajo este principio Simoneton se dio a la tarea de medir el nivel energético de los alimentos más comúnmente consumidos en Francia. Logrando mostrar así que independientemente de su contenido químico, las así denominadas conservas debían considerarse como alimentos energéticamente muertos, puesto que su radiación vibratoria es nula y las frutas y las legumbres frescas como alimentos superiores, puesto que su calidad llega a alcanzar hasta las 9000 UB. De la misma forma, André Simoneton logró demostrar que cada enfermedad se corresponde con un nivel energético determinado. La tuberculosis, por ejemplo, se sitúa alrededor de los 5525 UB, el cáncer alrededor de las 4874 UB, la gripee en 4475, la difteria en 4500 etc. Todas ellas, como puede verse, por debajo de las 6500 UB que él estableció como nivel -frontera entre la salud y la enfermedad en los humanos. Es claro que su visión se inspira en el postulado básico de Claude Bernard -el microbio es nada, el medio es todo- reconocido en su testamento por la máxima autoridad médica del siglo XX, Louis Pasteur. Y es así como André Simoneton llega a establecer que ningún microbio o estado patológico puede desarrollarse fuera de un nivel energético determinado. (Es por esto que los médicos y curanderos con un nivel energético elevado nunca se enferman, aun estando en contacto con las enfermedades más contagiosas). Resulta curioso destacar que el nivel energético que se crea en el interior de la Acupirámide Bioenergética -sin el Acupresor- es exactamente de 6500 UB, es decir el nivel a partir del cual, según Bovis, se manifiesta la salud en los humanos. Si basta con colocar el Acupresor para elevar dicho nivel energético hasta un nivel, mínimo, de 13500 UB. parece lógico pensar que por esta vía pueden paliarse, y aun solucionarse, los desordenes que se producen en niveles energéticos que se sitúan por debajo de las 6500: los niveles patológicos donde se producen las enfermedades. Se ha podido comprobar que todo aquel que se introduce en la Acupirámide Bioenergética incrementa por este solo hecho y en espacio de sólo algunos minutos su nivel energético original. Así, un enfermo cuyo nivel se sitúe por debajo de las 6500 UB. con solo algunos minutos de estar sentado al interior de la Acupirámide ve elevado su nivel, aun por encima de estas 6500 UB. de base. Recuérdese que con el Acupresor colocado la Acupirámide da un nivel mínimo de 13500 UB. Se ha visto también como esos niveles patológicos que se sitúan por debajo de las 6.500UB. pueden irse incrementando progresivamente a través de la repetida exposición a la Acupirámide. Lo cual por sí sólo tiene resultados muy positivos. Pero es claro que el nivel energético de un organismo enfermo no es homogéneo. Al igual que se presentan carencias energéticas evidentes en algunos órganos y sistemas, pueden presentarse también excesos, sobrecargas y bloqueos en muchos otros. Pues bien, también se ha podido observar que la Acupirámide Bioenergética, no solo eleva el nivel energético de la personas sino que, aun es capaz de armonizar y homogenizar el funcionamiento de sus respectivos circuitos energéticos. Por eso es que es importante establecer con claridad la calidad y composición vibratoria de los diversos campos energéticos que pueden crearse con los diversos componentes y aditamentos que Mario Gil ha inventado para variar la composición vibratoria de la energía que se genera al interior de su Acupirámide Bioenergética. Porque, si es claro que el sólo hecho de incrementar el nivel de los campos energéticos antes citados tiene ya efectos muy importantes, el hecho de poder variar a voluntad su composición, su forma y su frecuencia microvibratoria llevará sin duda alguna a establecer las combinaciones y dosificaciones precisas que se requieren para subsanar más rápida y efectivamente cualquier patología vibratoria que se detecte en el organismo.

PRUEBAS REALIZADAS EN MI CONSULTA CON PACIENTES: Por mi parte, debo decir que la Acupirámide funciona muy bien. Desde ahora la elevación del nivel energético y vibratorio de los pacientes corresponde casi en exclusiva de la Acupirámide. O sea, una Maravilla. Esto me permite actuar con más facilidad en los otros 15 ó 20 minutos en que actúo más directamente sobre el paciente. Ellos manifiestan que les da tranquilidad, cosa que en París ya es mucho decir. Otros manifiestan que les aclara la vista, que les hace sentir su lado izquierdo, siente también más su Yang. Otros, que les hace sentirse bien. Pero a todos, aunque no se den cuenta, les hace subir su nivel energético y vibratorio.

Joseph ZARAGOZA (Antropólogo, Escritor, Terapeuta de la Medicina Tradicional. Creador de la Terapia Bioenergética o Microvibratoria conocida como MASAJE FLUÍDICO)

París, a 24 de abril de 2005

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