Informe sobre los viajes aéreos y el Jet-Lag.
El viaje aéreo es un aspecto incrustado en la vida de la mayoría de vosotros. En algunos momentos casi todos vosotros viajaréis en avión hacia otro destino. Y tales viajes agotan el aura (campo bioelectromagnético) mucho más de lo que es comprendido actualmente. De hecho, los viajes aéreos extensos y regulares pueden acortar la propia longevidad y recortar el tiempo de vida, especialmente a quienes están en los últimos años. Los vuelos pan-continentales y transoceánicos, por el tamaño mismo del ámbito de la distancia y el tiempo requerido de vuelo, son exponencialmente más degenerativos para el campo aural humano. Virtualmente todos los que abordan un vuelo internacional de 9 a 10 horas, bajan del avión en su destino con varios grados de función aural irregular o fracturada. Los viajes latitudinales de larga distancia en dirección al oriente, son los más dañosos. Pero todos cobran innegablemente un peaje al campo energético… lo llamáis desfase horario. Semejante término tan benigno es una gran falta de comprensión, porque la condición es mucho más que simple fatiga por causa del cambio de zona horaria.
Ahora, uno de los factores claves subyacentes que es la raíz del problema, es que la mayoría de los aviones comerciales vuelan a alturas de 35.000 pies, en la estratosfera; y efectivamente fuera del pulso regulador de la Resonancia Schumann. La Resonancia Schumann es el ‘latido cardíaco’ del planeta, es una carga aniónica liberada por la Tierra que se combina con las cargas catiónicas liberadas por la estratosfera para formar un condensador electromagnético alrededor del planeta desde el nivel del suelo hasta cerca de 30.000 pies. Este condensador forma una resonancia de fondo que desempeña un papel clave en la regulación de los órganos vitales y los ritmos glandulares en el cuerpo humano. Los aviones que vuelan entre 35.000 y 37.500 pies, como lo hacen la mayoría, están por fuera de este rango regulador y el fuselaje metálico del aeroplano deflecta más aún la integración remanente. El resultado es una distorsión de los ritmos físicos. La NASA y la estación espacial están conscientes de este problema, pues ha creado problemas físicos crónicos en los astronautas. Ellos han experimentado poniendo generadores magnéticos en las estaciones y los transbordadores.
Vuestro personal médico que ha estudiado la fatiga de vuelo está consciente de que los vuelos pueden forzar y fuerzan al corazón a trabajar más duro; y que los vuelos de larga distancia agrandan temporalmente el corazón. Los pilotos y auxiliares de vuelo que vuelan diariamente, absolutamente estresan sus cuerpos y campos aurales hasta el punto en que se producen enfermedades crónicas y el ‘envejecimiento’ es notablemente acelerado. Ha habido estudios internos sobre la expectativa abreviada de vida del personal de vuelo de las aerolíneas, pero la mayoría de ellos son ocultados al público. Ellos sin duda están conscientes de que la hipoxia hipobárica causada por la presurización de las cabinas altera los ritmos después de vuelos largos, independientemente del número de zonas horarias cruzadas, reduciendo significativamente los niveles hormonales humanos. El problema es un poco exacerbado por las hacinadas condiciones de estar en apretadas sillas durante extensos períodos, en las cuales el descanso es difícil, la circulación es deficiente y se incorpora menos oxígeno, lo cual por sí mismo conduce a fatiga. El aire extremadamente seco en la cabina presurizada es tan dañoso como la presión misma. Los ciclos son interrumpidos; y de hecho la mayoría de vosotros reconocéis que es difícil descansar el cuerpo después de vuelos largos; se produce insomnio como uno de los efectos secundarios de la interrupción de los circuitos aurales.
Ahora, dejadnos ser claros, los vuelos de menos de 3 a 4 horas no son tan dañosos como los de 8 a 12; y la recuperación es mucho más rápida. Así que otros factores importantes son el tiempo de vuelo, la frecuencia de los vuelos y la edad y salud física del individuo humano. Pero todos los vuelos, como hemos enfatizado, son dañosos en varios niveles.
Cruce Ecuatorial
Los vuelos latitudinales largos causan mayor fatiga al cuerpo físico debido al cambio de uso horario. Esto adicionalmente a todos los otros factores mencionados. Pero los vuelos longitudinales que cruzan del hemisferio sur al hemisferio norte y viceversa, invocan otro ajuste frecuencial a la energía aural. La energía resonada por debajo del ecuador en escenarios no forzados ni magnetizados, naturalmente girará con el reloj; y contra reloj al norte de él. Así que cuando uno vuela desde el sur del ecuador hacia destinos al norte y viceversa, los circuitos aurales individuales serán afectados negativamente por un período de tiempo.
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